El apego es un concepto clave en la teoría del apego desarrollada por el psicólogo John Bowlby y posteriormente ampliada por Mary Ainsworth y otros investigadores. Se refiere al vínculo emocional que se forma entre los bebés y sus cuidadores principales, y cómo este vínculo afecta al desarrollo emocional y social a lo largo de la vida.
La teoría del apego sostiene que los bebés tienen una necesidad innata de establecer vínculos emocionales con los cuidadores para sentirse seguros y protegidos. Bowlby identificó cuatro estilos de apego principales en base a la interacción entre el cuidador y el niño:
Apego seguro: Los niños se sienten seguros y confiados para explorar su entorno cuando el cuidador está presente, y muestran angustia cuando se va. Buscan consuelo y se calman fácilmente al regresar el cuidador.
Apego ansioso-ambivalente: Los niños muestran ansiedad incluso cuando el cuidador está presente, y pueden parecer preocupados por la separación. Se muestran ambivalentes hacia el cuidador al regresar, a veces buscando contacto pero a la vez mostrando resistencia.
Apego ansioso-evitativo: Los niños parecen evitar o ignorar al cuidador, no mostrando mucho interés en su presencia o ausencia. Pueden parecer independientes y poco afectuosos.
Apego desorganizado: Los niños muestran comportamientos contradictorios o confusos en respuesta al cuidador, como movimientos erráticos o expresiones faciales extrañas. Este patrón a menudo se observa en niños que han experimentado abuso o trauma.
La calidad del apego en la infancia se ha relacionado con diversos aspectos del desarrollo posterior, incluida la capacidad para establecer relaciones saludables, regular las emociones y manejar el estrés. Sin embargo, el apego no es algo fijo, y puede cambiar a lo largo del tiempo en respuesta a las experiencias y relaciones que una persona experimenta.